Valmiki, India, VI to XIV centuries
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The world seems to be as real to ignorant men just like a smal child believes everything his mother said is true. Vasishta, began this story of minds illusions.
A certain small ignorant child prayed to his mother to tell a tale for his diversion. She told the following story. Once upon a time three princes of bravery and good qualities resided in an empty city. Of these three, two were never born and the third never went into any womb to be generated. These princes rested in the forest of SKy, which has no trees. The plucked countless fruits and having satisfied their keen hunger by feeding themselves upon the delicious fruits therein, went on their way up. There they witnessed three rivers with dashing waves, winding their way on the out-skirts of that forest. Of these three rivers, two had no water in them, while the third river is filled with dry white sands. In this last river they bathed and drank its waters. At sun set they retired to a non-existent town and there they built three houses. Of these three houses, two did not exist at all. The third one build a huge palace without any materials. The three princes went to reside in these three houses without any walls. These three persons who lived in the three buildings in an invisible town in the Akasa, cooked rice equal to 6 measures minus 10 measures and cooked the same. Having done so, they gave their food out to countless people. After the people had thus filled their stomach, the three princes ate the remaining meal as a God-send.
Then delighting themselves with hunting and other pursuits, they spent their time most joyfully there.
When the mother thus concluded her story, her innocent child rested in the profound belief of the
genuineness of the mothers tale. Similarly do the ignorant conceive and observe this world to be really existent.
(...)
The only way to cross the huge ocean of objective appearance is the
effective control of the senses. Other efforts are useless. When
one possesses the knowledge gained by studying the scriptures and the company
of the wise and has his senses under control, understands perfectly the
complete absence of all objects of perception.
All this is nothing but mind, dear Rama, and when this is understood,
the magic of objective illusion disappears completely. This mind, with
its ability to think, produces what is known as body; if the mind
does not work, we see no body. Therefore, to get ride of the mental disease
known as objective perception, is the best treatment
possible. The mind creates the illusion, and produces the ideas of birth and death,
and as a direct result of his own thoughts, he feels liberated or enslaved by them.
Rama asked about:
Wise sir, kindly tell me how his vast universe can exist in the mind.
Vasishtha replied with his proverbial kindness:
It's like the worlds created by children at play, or hallucinations
(...)
***********
Yoga Vashista
Valmiki, India, VI to XIV centuries
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Historia
del niño y las tres princesas
Érase
una vez una ciudad que no existía, en donde vivían tres princesas
hermosas
y valientes. Dos de ellas no habían nacido y la tercera no había
sido
concebida.
Cuando fallecieron todos sus parientes, las princesas abandonaron
su
país y marcharon a tierras lejanas. Incapaces de aguantar el calor
del sol
que
abrasaba sus cuerpos, se sintieron desmayar. Sus pies se quemaban en
la
ardiente
arena y hasta las hojas de hierba producían heridas en sus delicadas
plantas.
Buscaron
refugio a la sombra de tres árboles, de los cuales dos no existían
y
uno ni siquiera había sido plantado. Después de permanecer algún
tiempo
bajo
ellos y haber comido sus frutos, reemprendieron la marcha.
Alcanzaron
la ribera de tres ríos, de los cuales dos estaban secos y el
tercero
no tenía una gota de agua. Las princesas tomaron un baño
refrescante
y
apagaron en ellos su sed.
Más
tarde llegaron a una gran ciudad que todavía no había sido
edificada.
Entraron
en ella y encontraron tres palacios de sorprendente perfección. Dos
de
ellos todavía no habían sido planeados y el tercero no tenía
paredes.
Entraron
en los palacios y encontraron tres platos dorados; dos de ellos
estaban
rotos y el tercero pulverizado por completo. Cogieron este último
para
servirse.
Luego tomaron noventa y nueve menos cien gramos de arroz y lo
cocinaron.
A
continuación invitaron a tres hombres santos a hospedarse en el
palacio;
los
dos primeros no tenían cuerpo y el tercero carecía de boca. Cuando
los tres
santos
habían acabado su comida, las princesas consumieron el resto del
arroz
que
habían cocinado para ellos. Todos quedaron muy satisfechos. Vivieron
en
aquella
ciudad durante largo tiempo y fueron muy felices. Esta es una leyenda
muy
curiosa, hijo mío; si la recuerdas fielmente, llegarás a ser un
hombre sabio
y
respetado por todo el mundo.
Cuando
el niño acabó de oír esta historia, quedó asombrado.
Lo
que conocemos como creación del mundo no es más real que esta
historia
de las tres princesas que la niñera contó al niño.
Este
mundo no es más que una idea, o si prefieres, una mera alucinación.
La única manera de cruzar el colosal océano de la apariencia objetiva es el
dominio eficaz de los sentidos. Ningún otro esfuerzo sirve para nada. Cuando
uno posee la sabiduría conseguida por el estudio de las escrituras y la compañía
de los sabios y tiene sus sentidos bajo control, comprende perfectamente la
completa inexistencia de todos los objetos de la percepción.
Todo esto no es más que mente, querido Rama, y cuando esto se comprende,
la magia de la ilusión objetiva desaparece por completo. Esta mente, con
su facultad de pensar, produce lo que conocemos como cuerpo; si la mente
no funciona, no vemos cuerpo alguno. Por tanto, la curación de la enfermedad
mental conocida como percepción objetiva, es el mejor de los tratamientos
posibles. La mente crea la ilusión, y produce las ideas de nacimiento y muerte,
y como directo resultado de sus propios pensamientos, se siente liberada
o esclavizada por ellos.
Rama preguntó al respecto:
Sabio señor, ten la amabilidad de decirme cómo puede existir en la mente
este enorme universo.
Vasishtha respondió con su amabilidad proverbial:
Es como los universos creados por los niños en sus juegos, o como las alucinaciones
sufridas por el rey Lavana.
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La
experiencia dualista es ignorancia y su abandono es la liberación.
Cuando
se abandona tal experiencia, toda división entre el espectador o
sujeto
y
lo visto u objeto, desaparece por completo.
En
Brahmán no hay observador y observado. Lo que tomamos como
creación
sólo es el movimiento de la conciencia y cuando comprendemos que
tal
movimiento es falso e inexistente, eso es el nirvana.
Brahmán
es incondicionado e inmodificado. El universo entero es
Brahmán,
sin ninguna división posible.
La
infinita conciencia está en todas partes y por esa razón parece que
va de
un
sitio a otro en un abrir y cerrar de ojos.
Sea
lo que fuere lo que estés haciendo, permanece siempre en el ser
incondicionado.
La
esencia de la ignorancia es que desaparece cuando se la examina o
inquiere;
si pudiera ser vista u observada, no sería ignorancia sino
conocimiento.
Puesto
que la ignorancia no existe, no hay división alguna en la
conciencia.
Sólo
Brahmán existe como si fuera el mundo, el uno existe como si
estuviera
dividido, lo puro como si fuera impuro, lo lleno como si estuviera
vacío,
el movimiento como si fuera inerte y viceversa, lo inmodificado como
si
sufriera
modificaciones múltiples, lo tranquilo como si estuviera agitado, la
realidad
como lo no existente, la conciencia como materia, el ser como los
innumerables
objetos, el no ser como si fuera ser, lo eterno como si fuera
perecedero,
lo incognoscible como si pudiera ser conocido, lo evidente como si
estuviera
sumido en la oscuridad y aunque es todo lo que existe, resulta muy
difícil
de ver.
El
infinito es incondicionado y por consiguiente no parece existir en
ningún
lugar determinado y concreto. En él no hay división de agente,
acción,
instrumento
y causa. Existe como todo lo que hay en todas partes y en todo
momento.
Es invisible a pesar de estar delante de nuestros ojos. En él no hay
distinción
alguna entre conciencia y materia inerte.
Yo
soy eso y soy incluso mi idea de no ser o desaparecer; si hubiera
algún
otro,
también sería yo mismo.
Todo
este universo parece existir en la conciencia infinita, aunque tal
apariencia
o división no es posible en ella.
Es
como si la conciencia deseara verse a sí misma y se convirtiera ella
misma
en un espejo en el que se reflejara sin ninguna intención.
De
este modo el ser se transforma en su propio reflejo inerte y la
conciencia
infinita se conoce como universo.
Todas
las substancias o criaturas materiales surgen en ella, brillan en
ella
durante
unos instantes y son absorbidas nuevamente en ella. El mundo entero
es
como un cuadro y la conciencia es como la pintura pura e incolora con
la
que
ese mundo ha sido pintado.
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Algunos
pensadores dicen que el mundo es tal y como uno lo ve 2
y por
consiguiente
este mundo no es real ni irreal sino que goza de una realidad
puramente
subjetiva. Otros declaran en cambio que sólo el mundo externo es
real
y
que no hay otra realidad más que esta. También están expresando la
verdad en
tanto
en cuanto no consiguen ver nada más allá de lo que se percibe con
los sentidos.
También
están en lo cierto los que sostienen que todo cambia en el tiempo
porque
atribuyen
un poder omnipotente a los mecanismos de este cambio constante. La
creencia
de que el jíva habita en el cuerpo como un gorrión en una jaula y a
la
muerte
del cuerpo vuela a otro cuerpo o jaula 3,
y otras creencias semejantes que se
sostienen
en otros países, también son aceptables porque son creidas por todo
el
mundo
en esas latitudes. Los hombres sabios contemplan estas teorías con
una
visión
ecuánime y saben que Brahmán es el ser de todas las cosas, con
independencia
de cualquier teoría que tengamos sobre la vida y la muerte.
También
hay quienes aseguran que la naturaleza se manifiesta a sí misma de
forma
espontánea y natural, sin una inteligencia creadora que la dirija,
puesto que
habitualmente
vemos que en la naturaleza se producen muchos fenómenos
indeseables
y faltos de inteligencia, como las catástrofes naturales y otras
cosas
semejantes.
Este punto de vista 1
también parece razonable.
Por otro lado, están los
que
sostienen que la existencia de un hacedor universal es correcta,
porque han
concebido
en su mente este poder universal. Y los que dicen que existe este
mundo y
existen
otros mundos también tienen fundamento y para ellos las
peregrinaciones y
todos
los actos rituales son absolutamente precisos. La idea de que todo es
vacío o
shúnya,
como sostienen los budistas, también es correcta porque es el
resultado de
una
investigación profunda y exhaustiva de lo real. En resumen, la
conciencia
infinita
es como el cristal más transparente y puro, refleja todas las ideas
que la
mente
concibe y defiende razonablemente. Los que conocen la verdad
comprenden
que
la conciencia infinita no es un vacío ni lo contrario
(shúnya-ashún-ya) es
omnipotente
pero no es lo que se ve y se percibe como fenómeno. Por
consiguiente,
sea
cual fuera la convicción a la que uno se adhiera, puede alcanzar la
misma meta,
siempre
que no se limite a jugar con esas ideas como un niño se entretiene
con sus
juguetes.
Debemos investigar la verdad por cualquier camino siguiendo tos
consejos
de los conocedores de la verdad y de esta forma llegaremos a estar
convencidos
de nuestra propia comprensión sin sentirnos distraídos o
confundidos
por
la opinión contraria.
Hay
gente sabia en todos los países y continentes, que no sólo son
sabios
desde
un punto de vista teórico sino también en su conducta y
comportamiento.
Esa
es la gente cuya compañía debemos frecuentar. Hay muchos entendidos
que
hablan
y no paran de las escrituras, pero sólo debemos escuchar a los que
desean
el
bienestar general y cuya conducta es impecable. Toda la gente busca
siempre su
propio
bienestar de una manera compulsiva e inevitable, por la misma razón
que
el
agua siempre corre cuesta abajo. Debemos comprender esto y buscar la
compañía
de los verdaderos sabios que no son los que buscan sola-mente su
bienestar
sino la alegría y la dicha de todo el mundo.